Año: 2010
País: España
Dirección: Jonás Trueba
Guión: Jonás Trueba, Daniel Rodríguez Gascón
Música: Varios
Fotografía: Santiago Racaj
Género: Drama
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“Todas las canciones hablan de mí” es pura poesía visual. Como si de un libro de poemas se tratase, dividido en siete capítulos, asistimos a la historia de Ramiro y Andrea, una historia de amor, de esas que marcan la vida de las personas y que permanecen para siempre escritas en las hojas de un libro.
La premisa de esta película a simple vista no parece gran cosa, de hecho es uno de los temas más recurrentes de la historia del cine. Pero el encanto de esta película radica esencialmente en cómo se nos cuenta esta historia. Las largas escenas de silencios incómodos, los momentos cotidianos mostrados con una gran autenticidad, los personajes que podríamos ser cualquiera de nosotros…
La historia se nos presenta desfragmentada, con voz en off y con momentos en los que los personajes hablan a cámara o transmiten sus pensamientos mientras hacen cosas cotidianas. Es la vida, mostrada tal y como es, sin adornos, sin tapujos; son los personajes que desnudan su interior para nosotros, que se nos muestran sin procesar, de eso nos tenemos que encargar nosotros.
Como bien dicen en un momento del filme, la mejor poesía no es la obvia, es aquella en la que el espectador tiene la importante tarea de analizar y procesar lo que está leyendo, o en este caso lo que está viendo.
“Todas las canciones hablan de mí” me ha llegado, me ha traspasado y me ha marcado, es de estas películas que descubren verdades. Y como el dice el título, todas las canciones y todas las películas, en mayor o menor medida, hablan de mí.
Y por supuesto, se merece cuatro estrellas y media.
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