Año: 1972
País: USA
Dirección: Herbert Ross
Guion: Woody Allen
Música: Billy Goldenberg
Fotografía: Owen Roizman
Género: Comedia
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Hoy tenía ganas de reírme pero con algo medianamente elaborado e inteligente, es por eso que me decidí por “Play it again, Sam” y no me defraudó para nada.
El filme, lejos de ser desternillante, está plagado de pequeños detalles que consiguen arrancar una sonrisa en el espectador y desde que van cinco minutos de metraje ya sabes que lo que vas a ver es bueno, realmente bueno.
Además, disfrutar de Woody Allen interpretando otra vez más el mismo personaje es algo de lo que no me canso. Y es que en “Play it again, Sam” se nos presenta a Allan, un pobre hombre al que acaba de abandonar su mujer, aburrido, hipocondríaco y con múltiples problemas para relacionarse con las otras personas, es el estereotipo Allen por antonomasia.
Y es que aunque esta película no está dirigida por Woody Allen, el guion, que sí lleva su nombre, nos transporta inmediatamente al universo Allen, con diálogos realmente ingeniosos y situaciones disparatadas que sólo podrían salir de la cabeza de semejante genio. Sí, creo que queda bien claro que soy un gran fan de este hombre.
A partir de esta película, Woody Allen tomaría el testigo como director prolífico y comenzaría a dirigir sus propios filmes, con una periodicidad de cinta por año, con mayor o menor acierto, porque en su inestable cinematografía podemos encontrar grandes cintas y grandes bodrios.
Volviendo a “Play it again, Sam”, nos encontramos con un hombre muy cinéfilo y extremadamente aburrido al que su mujer abandona. Son Dick y Linda, sus mejores amigos, los que le ayudan a salir de ese encallamiento emocional, llegando a confundir los sentimientos con Linda hasta el punto de acostarse juntos una noche.
Pero lo más reseñable de esta película es el uso del metalenguaje del cine, desde el título hasta el final de la película. El filme comienza con una secuencia de “Casablanca” y termina con un final casi idéntico al de “Casablanca”, en el que Dick y Linda se marchan en el avión y Allan se queda entre la niebla en el medio del aeropuerto, no sin que Humphrey Bogart le acompañe.
A lo largo de toda la película Humphrey se le aparece a Allan y le va dando consejos para ser un mejor seductor. Me ha fascinado especialmente la escena en la que Linda y Allan están en el sofá y Humphrey Bogart va aconsejando a Allan cual debe ser su siguiente paso para seducirla, hasta que aparece su ex mujer y mata a Humphrey…
El inicio de la película, tras la secuencia de “Casablanca” es realmente bueno también. A través de una voz en off encubierta, es el propio Allan el que habla consigo mismo, se nos va contando la historia de su matrimonio. Este es un recurso que se usará varias veces a lo largo del filme.
También me gusta especialmente el recurso de las imaginaciones de Allan, en las cuales se le aparecen su ex y Humphrey. El hombre es capaz de mantener una conversación con sus imaginaciones mientras está con otra gente en la misma sala. Eso sí, no lo deja exento de parecer aún más raro de lo que es. De hecho me ha parecido bastante gracioso el momento en el que se encuentra con su ex en una tienda y él por un momento no reacciona, porque está acostumbrado a verla en su cabeza y no físicamente.
En definitiva, es una comedia de esas que te divierten, con un universo muy particular, el de Allen, que personalmente me fascina y con unos personajes para el recuerdo. Aunque no es de mis películas favoritas, sí reconozco muchos recursos que me han gustado e incluso sorprendido, es por eso que le doy tres estrellas y media.
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